miércoles, 1 de marzo de 2017

Escribir


Alguno que ha leído lo que escribo me ha dicho que escribo bien. Incluso que muy bien, cosa que ya me parece exagerado. Porque ¿Qué es escribir bien? Si tengo dudas sobre lo que es “escribir bien” podrán imaginarse hasta dónde puede llegar en “escribir muy bien”

Lo cierto es que nunca he hecho ningún taller literario, nadie me ha dicho cómo debo escribir, qué frase debo usar o en qué orden poner las palabras para que tengan más o menos fuerza. Tan solo intercambios de textos con amiguetes, escuchar sus críticas y sobre todo leer y leer.

Cuando escribo busco como una música. Un sonido de palabras que no desafinen, que suenen dulces para mi oído. Trato de ver a alguien frente a mi al que le voy contando lo que se me cruza por la cabeza: Esa historia que me he imaginado, esa anécdota que me ha ocurrido o esa duda, como en este caso, que me corroe. Nada más.

A mi me duele escribir. Me duele sacar esas ideas complejas. Me duele traducir a palabras un sentimiento, una duda.

Recuerdo que en la secundaria, en literatura nos enseñaban que una novela o cuento tenía planteamiento, nudo y desenlace, cosa que yo nunca supe distinguir ¿Dónde empieza cada uno y por qué? ¿No se puede escribir de otra forma? Esas preguntas -yo también estaba leyendo por aquellas fechas a Cortázar y a Levrero-, el haber leído de antemano casi todos los libros del curso y tener un criterio distinto que el de la profesora y dudar cuando aludía a ciertos nombres, supongo que importantes, para fundamentar su opinión, hicieron casi milagroso aprobar la asignatura.

Yo nunca me he planteado esos esquemas, las cosas me salen así, como el abuelo que cuenta sus batallitas: espontáneas. Es cierto que luego las pulo, las corrijo y las adorno, pero la base sale de mi mente de forma natural, sin estructura premeditada.

Después de esta parrafada me sigue quedando la duda ¿Está esto bien escrito? ¿Por qué?
Y ahora encasillémoslo. Porque esto es un ensayo ¿no? ¿Y por qué es un ensayo?
Cuando uno lee a Arlt en sus Aguafuertes o a Dolina no sabe dónde empieza el ensayo y termina el cuento corto.

Volviendo a lo que quería decir. No me importa si escribo bien – cierto es que trato de hacerlo lo mejor posible- me importa lo que tengo que decir. Escribir es la necesidad del que escucha mucho y dice poco y no le queda más remedio que expresarse en el único momento en que nadie habla: En el silencio de un cuarto, una pantalla de ordenador -o un cuaderno y un bolígrafo en cualquier otro rincón ¿por qué no?- para plasmar esas imágenes, dudas y sentimientos que le van rondado en la rutina diaria y nos volvería locos, o más locos si cabe, si no las expulsáramos.

Hasta aquí mi terapia. Ahora por favor, si podéis y queréis, contestad a mis preguntas.

Gracias

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